Viajar y trabajar no son incompatibles: una vida freelance

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Viajar es la mayor inspiración de mi trayectoria vital y profesional, se trata de un viaje con muchas paradas. En la pausa que hoy nos ocupa, quisiera reflexionar sobre la mirada de quien rastrea el mundo y simultáneamente, al viajar, lo construye. La arquitectura, en mi caso, como la literatura en el de Octavio Paz, forma parte de una manera de conocer el mundo. Recuperamos unas sugerentes palabras suyas que testifican: «Los viajes y la literatura no son tan opuestos, incluso podría decirse que la literatura es un viaje interior alrededor de nuestro cuarto o alrededor de nuestra conciencia. Una visión del mundo diferente nos puede ayudar a ordenar nuestra propia visión. El gran descubrimiento del hombre moderno es, que el hombre somos los hombres. Hay muchos tipos humanos, cada cultura es una visión diferente del mundo y ninguna es absoluta probablemente, pero cada una de estas visiones nos ayuda a comprender mejor la nuestra. Si conocemos mejor a los otros, nos conocemos mejor a nosotros mismos, porque nosotros mismos siempre somos otros.» En este sentido, viajar y trabajar no sólo no son incompatibles, sino que viajar se convierte en una herramienta de trabajo freelance, ya que en la diversidad de formación descubierta al viajar  uno descubre nuevas formas de trabajo. La reflexión que propongo es acercar esas diversas miradas, para identificar tres herramientas que podemos aprender del viaje y que se convierten en valores añadidos, posibles gracias al trabajo-freelance online.
  1. Identificar soluciones a situaciones límites debidas al clima, al aislamiento o a la urgencia temporal en la que se desarrollaron y  que podríamos denominar Préstamos y Apropiaciones.
  2. Transitar por experiencias dispersas geográficamente, en las que la colaboración entre muchas mentes pensantes ha permitido que la arquitectura “esté con la gente, sea por la gente y para la gente”, lo que podría definirse como Nuevas Redes de Colaboración.
  3. Descubrir posibles nuevas alianzas entre naturaleza y arquitectura, entendidas como Sistemas Globales de Pensamiento.
La cartografía obtenida nos permitirá participar, a través de la arquitectura, de algunas de las preocupaciones y retos de nuestro tiempo y deducir, a continuación, un modelo alternativo de cómo ser, gracias a una vida freelance, “puente” entre las disciplinas que contribuyen a dar soluciones espaciales,  tal y como nos reclama la sociedad contemporánea. Comencemos entonces contextualizando la reflexión propuesta.

Préstamos y apropiaciones

Fijémonos en un acontecimiento de los años 70 que descubrí en 1994 al viajar a Estados Unidos por primera vez y que merece nuestra atención: el primer Community Garden de Manhattan impulsado por la artista Liz Christy. El desafío sociológico al que se enfrentó la creadora era el de activar una zona en desuso de Nueva York, a través de usos comunitarios. En la ciudad apuntada, un solar abandonado se convertía en jardín. Un colectivo de jardineros voluntarios liderado por la propia artista, iniciaba con esta reutilización de solar baldío, la reactivación del paisaje urbano de la metrópoli a través de estos espacios verdes. Al sureste de Manhattan, en la esquina de Bowery con Houston,  se trató de habitar los descartes urbanos y recuperar la presencia de los jardines y la agricultura en las ciudades. «Una acción catalítica que ponía en marcha una serie de circuitos de retroalimentación que impulsaban el sistema ecológico-social hacia la sustentabilidad» Hoy en día cuenta con el árbol más alto de la ciudad. En su acceso, todavía puede leerse: «El jardín comunitario Liz Christy pertenece a todos. Si lo visitas una vez a la semana o una vez al año, el jardín será más rico por tu participación. Hay muchas maneras de ayudar al jardín a florecer: háblale a tus amigos del jardín y anímales a venir. Súbete las mangas y únete a nosotros como voluntario en las jornadas de puertas abiertas. Recuerda pararte a menudo y oxigenar tu estado de ánimo.» The Bowery-Houston Community Garden es un lugar que surgió del espíritu conciliador de la sociedad contemporáneo al que pertenece. El resultado es un lugar mágico en el que el usuario no es un mero espectador sino que también es creador, y es que la gente tiene que sentir que forma parte de la ciudad para amarla. Lo que se cuida y se ama es más sostenible. Este préstamo de los años setenta, todavía hoy vigente, es una alianza incuestionable de la que deberíamos apropiarnos y que un trabajo-freelance la hace posible.

Nuevas redes de colaboración

En unas sesiones organizadas entre los meses de octubre y noviembre del 2009 en la Fundación Mapfre de Madrid, Werner Spies, primer Director del Centro Pompidou de Paris, repasaba algunas de las claves que podían dar respuesta a una cuestión ¿Qué nos queda del siglo XX?, una introversión sobre la herencia artística del siglo pasado. Como respuesta condensadora y quizás no universal, ofrecía la siguiente afirmación: el siglo XX fue el siglo de los procedimientos, un siglo tremendamente vital, en el que los procesos de pensamiento y las acciones ofrecieron una visión posibilista no ya de los años pasados,  si no de aquellos que estaban por venir. En esta trama podemos  entender mejor el proceso desencadenado en 1945, desde la revista norteamericana Arts & Architecture Magazine, con el objetivo de reutilizar o reciclar la flota aérea bélica que Estados Unidos desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial y cuyo resultado arquitectónico fue el Programa Case Study House. El experimento obtuvo excelentes ejemplos dispersos por la geografía de Los Ángeles, como la Casa Stahl. Sin embargo, nos interesa rescatar el proceso de pensamiento por el que estas viviendas prefabricadas -que reciclaban descartes objetuales, los aviones- suponían un re-desarrollo industrial local en una situación crítica económicamente, iluminando parte del “gran sueño americano”. Otro ejemplo muy interesante se expuso en el Congreso “Permanent Change: Plastics in Architecture and Engineering” celebrado en la Universidad de Columbia de Nueva York en el año 2011 del que formé parte.  Sheila Kennedy compartió una investigación universitaria multidisciplinar, coordinada por ella misma, sobre las aplicaciones de la nano-tecnología solar flexible. El resultado de dicha pesquisa, conocida como Portable Light, era una lámpara portátil que permite a las personas que viven en países en Vías de Desarrollo beneficiarse de las energías limpias. Esto debe ser- entre otras- vocación del viajar: aunar técnica con sostenibilidad; deberíamos priorizar este objetivo, no dejando pasar por alto otro aspecto descrito como la transversalidad de los integrantes de una investigación y que el trabajo online contemporáneo posibilita.

Un sistema global de pensamiento

La arquitectura debe formar parte de un sistema global de pensamiento en el que el sistema tierra - de componentes biológicos y humanos- se autorregule. Las interacciones entre estos componentes son complejas y tienen una variabilidad de múltiples escalas entre  territoriales y antropomórficas. Esta actitud global y contemporánea se explica claramente a través del proyecto para Ciudad de México- aún en proceso- México: Ciudad Futura. Este proyecto de recuperación del México lacustre debería inundar nuestro trabajo. La arquitectura se encuentra entre el servicio colectivo y la poesía; es un espejo de la sociedad que la produce. Refleja nuestros valores, nuestras prioridades. Nuestras propuestas deben revisar con ilusión de futuro la ciudad, imbricando arquitectura, sociedad y naturaleza, como si se tratara de una tela de araña tejida en el espacio. Ser freelance y trabajar online nos permite colaborar con todos los profesionales, ciudadanos curiosos y estudiantes implicados en una ciudad. Nuestro trabajo como arquitectos es organizar mejor la ciudad.  Viajar nos alerta sobre estas utopías, como la que trata de recuperar el lago de Texcoco, un futuro posible que reinventa el Valle de México; se trata de una visión del mundo diferente que nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestra propia visión, al rescate de nosotros mismos. Las tres ideas que he compartido con ustedes: Préstamos y Apropiaciones, Nuevas Redes de Colaboración y los Sistemas Globales de Pensamiento pueden contribuir a mejorar el paisaje más importante, que  es el humano y el social. Estas tres herramientas, son compatibles y necesarias para un trabajo freelance, pues se trata de tres valores extra que podemos añadir al trabajo online que nos ofrece la tecnología actual. Al viajar, las imbricaciones entre nuestro trabajo y la sociedad se revelan plenamente; se descubre la “otredad” de otros lugares o la preocupación de tantas otras disciplinas en torno a los problemas que a veces creemos exclusivos de nuestra vocación. Damos ahora respuesta a la elección que planteamos inicialmente en este post “en una vida freelance, ¿es compatible el viajar con el trabajar?” Nuestra respuesta es «Sí», es posible y es deseable. nubelo

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